tag:blogger.com,1999:blog-317129062024-02-28T06:16:05.981-08:00NADA DE ESOLibro de poemas de RICARDO GUIAMET. Publicado en diciembre del año 2003 por Editorial Los Lanzallamas, Rosario, Santa Fe, Argentina.Marquihttp://www.blogger.com/profile/18068805067371539553noreply@blogger.comBlogger7125tag:blogger.com,1999:blog-31712906.post-1153944499276275052006-07-26T13:07:00.000-07:002006-07-26T13:08:19.276-07:00nada de eso por RICARDO GUIAMET<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/1600/escanear0004.jpg"><img style="WIDTH: 241px; CURSOR: hand; HEIGHT: 362px" height="320" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/320/escanear0004.jpg" width="244" border="0" /></a>Marquihttp://www.blogger.com/profile/18068805067371539553noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31712906.post-1153941879009585042006-07-26T12:22:00.000-07:002006-07-26T15:48:14.966-07:00Prólogo por Emilio Moya<div align="justify">Conozco a Ricardo hace treinta años lo que no significa que lo conozca. Sin embargo ese tiempo transcurrido en las proximidades de sus circunstancias me ha investido de una autoridad basada en la duración que me permite referirme a su producción literaria desde un lugar autorizado.<br /><br />Recuerdo lo que le dije la primera vez que leí algo que había escrito allá por el año 1974:<br />- Esto no está nada mal... podría servir para una canción de Aquelarre, ¿ por qué no se la mandás a Del Guercio?.<br /><br />Ya en aquel momento se podían vislumbrar dos cosas: por una parte la obsesión por encontrar la síntesis que posibilitara prescindir de las palabras superfluas, de los gestos lingüísticos innecesarios y de cualquier tentación barroca; y por otra un manierismo incipiente y un amor por subvertir el orden del lenguaje. Por cambiar los acentos, inventar palabras o suprimir los sentidos dados. Ricardo era un deconstructivista avant la lettre, ya que Derrida en ese momento y para nosotros, era un perfecto desconocido.<br /><br />Esta maniera de escribir contrastaba — y sigue contrastando- con su manera de utilizar el lenguaje en forma oral. Al hablar, sus palabras perforan el silencio como las ráfagas de una ametralladora. Al escribir desgarran el papel con la precisión de un bisturi. Son filosas, precisas y punzantes. Se encadenan y se desencadenan con justeza.<br /><br />Esta sana esquizofrenia le permite pasar de la charla metafisica a la prosa poética con la soltura de un asesino serial, en la que cada poema o cada prosema constituye un asesinato contra la Lengua Establecida. Una afrenta contra la tradición. Y una apuesta por la transgresión creadora.<br /><br />Detengámonos por ejemplo en la palabra “paránico” que adjetiva una de sus series de poemas. ¿Cómo podríamos definirla? O mejor dicho ¿es lícito definirla? Creo que sí y que allí radica uno de los desafíos que Guiamet sabe formular. Propone al lector el ejercicio permanente e imaginativo de completar el poema. De intentar encontrar el sentido oculto de cada palabra que escapa de la significación. Para mí, por ejemplo, paránico sería un adjetivo ideal para dar cuenta de situaciones paranoicas vividas al borde del Paraná. Pero estoy seguro que esta definición provisoria es válida solo para mí en tanto lector y es casi seguro que no le servirá a nadie mas.<br /><br />Aunque tal vez como en La única señal este sentido provisorio sea el único puente posible hacia una significación intersubjetiva.<br /><br />Así sin caer en la simplicidad de inventar neologismos, las palabras que Ricardo recrea provienen de la cruza de lo originario con lo original. Y proponen un tipo de registro que escapa a cualquier posible formulación dualista. Son palabras que carecen de toda esencia y que solamente existen por nuestra buena voluntad de aceptarlas y de entenderlas como tales.<br /><br />Tal vez el encanto de estos poemas radica en la dignidad con que los personajes de sus historias se enfrentan al mismo tiempo con su fragilidad y con fuerzas sublimes como el destino, el río, la naturaleza o la muerte.<br /><br />Su less is more constituye no solo una tarea bien lograda sino también una cortesía para quienes lo leen. Pero esto no significa que la labor sea algo inocuo. Como aquel dorado que ensangrentado, desgarrado y tuerto escapa hacia una libertad que anida en aguas negras, el lector no saldrá indemne de la experiencia de leer y releer estos poemas.<br /><br />Eso fue al menos lo que a mi me pasó. Cuando me ofrecieron escribir este prólogo dije que no... pero luego lo pensé mejor.. .y mientras escribo esto con la garganta cerrada una quincena de huevos de víbora, destrozados, languidecen desparramados por ahí. Aunque nada de eso alterará las nubes.<br /><br />EMILIO MOYA</div>Marquihttp://www.blogger.com/profile/18068805067371539553noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31712906.post-1153941018181240552006-07-26T12:08:00.000-07:002006-07-26T15:41:48.006-07:00PRELUDIO<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/1600/preludium.jpg"><img style="cursor:pointer; cursor:hand;" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/320/preludium.jpg" border="0" alt="" /></a><br /><br /><strong>NADA DE ESO</strong><br /><br />El misterioso reconocimiento<br />que trae el atardecer;<br />los recuerdos del mar<br />en la memoria de Melville;<br />el llanto insinuado<br />en la madre del niño muerto;<br />una cifra que discada<br />renace viejas voces:<br />Nada de eso<br />alterará las nubes.-<br /><br /><br /><br /><strong>ESCORPIO</strong><br /><br />Serpientes de viento<br />atisban el camino.<br />Todavía es de noche.<br />El Escorpión cuelga<br />- curvo y quieto-<br />sobre el Oeste,<br /> sin caer.<br />(Más tarde reptará detrás<br />del monte de eucaliptus, <br />se ocultará hasta <br />el próximo atardecer).<br />Nada ha cambiado:<br />el trigal, <br />las alambradas, <br />el búho,<br />la trilladora abandonada,<br />el caserón lejano de la estancia, <br />el salto de la liebre;<br />todo permanece inmóvil.<br />Sólo se sucede<br />la luz del día.<br /><br /><br /><br /><strong>PRELUDIO</strong><br /><br />La sombra de una nube<br />se esparce sobre mi sombra,<br />la devora y la confunde;<br />y ya no queda otra sombra<br />que la de la nube,<br />espejo oscurecido de ese agua<br />que pervierte la gravedad.-<br /><br /><br /><br /><strong>LOS FRUTOS DE LA TIERRA</strong><br /><br />El tronar de los fuegos de artificio<br />le recuerda el festejo del<br />año nuevo chino<br />en las calles de Almagro.<br />El lo ha visto por televisión;<br />y ahora tiene la certeza que<br />esos mismos taiwaneses<br />comentarán su vendimia mendocina;<br />que habrá alguno que rozará<br />con su mano la pantalla,<br />señalará soez con el índice<br />el sudor estampado<br />en la piel de su hija,<br />la segunda desde la izquierda<br />en la carroza de fácil alegoría<br />(los frutos de la tierra).Marquihttp://www.blogger.com/profile/18068805067371539553noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-31712906.post-1153940513938266472006-07-26T11:57:00.000-07:002006-07-26T15:46:05.036-07:00POEMAS PARÁNICOS<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/1600/paranicos%20poems.1.jpg"><img style="cursor:pointer; cursor:hand;" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/320/paranicos%20poems.1.jpg" border="0" alt="" /></a><br /><br /><strong>RUDIMENTOS DE GEOGRAFIA</strong><br /><br />El río gira presente<br />limitando la ciudad<br />por el este.<br /><br />Un pescador,<br />sus rudimentos de geografía, <br />quiebra la frontera<br />al arrojar la tanza.-<br /><br /><br /><br /><strong>UNA ENRAMADA EN LA ISLA</strong><br /><br />Sueña con una enramada en la isla:<br />Sueña con dos hombres <br />estirando el tejido al sol.<br />La luna, el salto del dorado, <br />la opresión de la noche isleña<br />estarán ausentes al despertar.<br /><br /><br /><br /><strong>LA UNICA SEÑAL</strong><br /><br />El viento es la única señal de algo vivo <br />en esa noche.<br />El viento y su oleaje que <br />rastrilla minuciosamente<br />la superficie de la laguna.<br /><br />Los dos están en silencio.<br />Uno fuma, el otro no.<br /><br />Ambas miradas adivinan<br />la invisibilidad de la tanza<br />contra la negrura estrellada.<br /><br />Ni un solo movimiento presagia <br />al gigantesco pez <br />que los atormentará, huidizo,<br />durante la madrugada.<br /><br />No hablan del cierre de la fábrica,<br />del seguro de desempleo, <br />del colesterol que en los análisis del mas alto<br />se empeña en preocupar al médico:<br /><br />La pesca es el único puente posible.<br /><br /><br /><br /><strong>EL QUE MIRABA EL PISO</strong><br /><br />Jóvenes parejas que se gritan<br />Entre el ruido del Johnson y del Mercury.-<br />El que está preocupado por la tormenta<br />los sigue con la mirada<br />hasta que la curva del Timbó<br />los hace desaparecer.-<br /><br />Sabe que difícilmente esas lanchas<br />lleguen a Diamante antes del anochecer.-<br />Cree incluso que, con <br />la primera obscuridad,<br />se extraviarán en alguna boca falsa <br /> en la Laguna Grande.-<br /><br />El que miraba el piso se levanta,<br />camina hasta la canoa,<br />baja los tejidos y sube,<br />le da marcha al cuatro caballos.-<br /><br />Estaban buenas las minas, dice después.-<br />El otro dice sí. <br /><br />Ya hundidos en la noche<br />derivan por los riachos;<br />bolsas de polietileno atadas<br />al camalotal los guían en<br />la recorrida por las trampas.<br /><br />No vuelven a hablar.<br /><br />Saben que es cuestión de tiempo<br />encontrar las dos lanchas, las mujeres llorando<br /> y los hombres<br />intentando calmarlas, <br />falsas promesas de seguridad y <br />conocimientos geográficos.-<br />Aún no tienen idea de qué<br /> ni cuánto<br />pedir a cambio del favor.-<br />Es de noche cerrada.-<br /><br /><br /><br /><strong>ALGO CAE</strong><br /><br />Algo cae<br />detrás de la negrura de las islas.<br />Algo que imagina una estrella fugaz o<br />un cazabombardero en llamas.<br />La lancha avanza lerda, tres mil revoluciones,<br />esquiva ambas orillas para no pegar en ningún palo.<br />Antes de abandonar la naútica en la embocadura del arroyo<br />la radio del Ford habló de tres grados bajo cero.<br />Ahora, allí, en el Cá reaga,<br />camino a una costa de barro<br />repleta de cacharros guaraníes<br />simulan treinta bajo cero.<br />En la oscuridad uno maneja con cuidado, <br />el temor estúpido a que emerja un dragón de las aguas.<br />Otro a su lado lo guía con una obsesiva confusión<br />hacia lo que han dado en llamar el yacimiento arqueológico.<br />El tercero duerme sin pasiones<br />luego que sus ojos lloraran a causa del frío.<br />Debajo de ellos los dorados cazan futilidades.<br />Uno hablar de fumar;<br />finalmente conceden que <br />la breve brasa<br />no alcanzará a disminuir <br />el escarnio del invierno.<br /><br /><br /><br /><strong>LA MAÑANA SIGUIENTE</strong><br /><br />Una costa barrosa<br />donde las rodillas son el límite<br />al hundimiento en el lodo.<br />Atrás han quedado<br />cuarenta kilómetros de Carcarañá:<br />bosques orilleros de árboles secos<br />engalanados de bolsas de residuos,<br />cadáveres de lechoes<br />arrastrados por las inundaciones,<br />silenciosas curvas entre costas barrancaosas.<br /><br />Aquí y allá<br />pasos de piedra fingen<br />rápidos canadienses<br />donde la piragua corcovea<br />una epilepsia repetida y ordenada por<br />la emergencia de las tosqueras.<br />Ahora padre e hijo<br />duermen en la soledad.<br /><br />El joven no lo sabe pero<br />el ruido que imagina nacido<br />de una represa y una usina<br />es el tráfico de una ruta nacional<br />que se hunde hacia el centro del país,<br />hacia una región que es desierto y apenas<br />cien años antes<br />un mar de quebrachales, <br />madera de dureza pétrea.<br /><br />Nada estorba el sueño sobre el barro,<br />la piragua es un fantasma bicolor<br />anidado en las tosqueras:<br />ellos desconocen <br />las cascadas que los doblegarán<br />a la mañana siguiente.<br /><br /><br /><br /><strong>CRECIDA</strong><br /><br />Incontable descenso hacia el mar<br />el Paraná empuja su propio cuerpo,<br />y allí cualquier cauce deviene estrecho.-<br /><br />Las aguas crecen en la inapelable lentitud<br />con que Dios y el Río entienden sus cosas.-<br /><br />Los bares del verano,<br />los carteles publicitarios<br />y el playón de cemento<br />donde bailaron al amanecer,<br />todo hiberna bajo las aguas.-<br /><br />Los dorados, libres y atontados<br />ante la desmesura acuática, <br />no aciertan a descubrir<br />bajíos y correderas donde cazar.-<br /><br />Su confusión es similar a la de aquel que,<br />diez años de matrimonio más tarde,<br />regresa a la noche de los viernes <br />para descubrir que la seducción<br />ahora navega cauces más anchos,<br />ignotos y profundos,<br />un océano de soledad.-<br /><br /><br /><br /><strong>SUDESTADA</strong><br /><br />I<br /><br />Como un hijo desobediente<br />el bote cabecea y se rebela<br />indiferente al trabajo <br />de los brazos en los remos. Las olas acá y allá<br /> golpean nuestras puertas,<br />como monstruos de pesadillas siesteras<br />tratan de permanecer junto a nosotros,<br />salpicar de incertidumbre<br /> y angustia<br />nuestro rumbo.<br /><br /><br />II<br /><br />Una media botella,<br />una esponja,<br />la pobre pericia<br />a la hora de enfilar la proa<br />contra el agua marrón<br /> que ya no es<br />película cubriendo el fondo de la piragua<br /> sino<br />consistente lastre que doma la proa,<br />la dobla e hinca mansa<br />frente a la próxima ola,<br />el sucesivo embarque de agua.<br /><br /><br />III<br /><br />La otra costa<br />(Rosario,<br />los autos de maqueta en<br />la Avenida Costanera,<br />los árboles danzando<br />poseídos por la sudestada)<br />es ahora un paraíso inmenso<br /> de luces y ruidos,<br />un refugio inalcanzable,<br />un nuevo mundo desconocido<br /> y aún sin hollar.<br /><br /><br /><br /><strong>CÓNICO</strong><br /><br />Las gotas marrones <br />del río <br />extirpadas por la palada<br />del remo<br />se erigen en lluvia efímera:<br /><br />un espejo ciego y fragmentado que<br />se reconstruye cuando regresa al<br />laberinto cónico<br />del oleaje.-<br /><br /><br /><br /><strong>TÁLAMO</strong><br /><br />Inclinado sobre el tálamo<br />de bruma que cubre el canal<br />inmiscuye su mirada en <br />el marrón del agua:<br /><br />Prevé y profetiza<br />la irrupción del pez.-<br /><br /><br /><br /><strong>A SU DERECHA</strong><br /><br />El hombre rema en medio del canal<br />río arriba:<br /> A su derecha<br /> las islas son el rincón<br /> donde nace la noche, su negrura;<br /> a la izquierda<br /> un relámpago congelado<br /> en el que perdura el día<br />la ciudad,<br /> su autopista ribereña<br /> que delinea de mercurio<br />al Paraná.-<br /><br /><br /><br /><strong>LA LUZ (I)</strong><br /><br />Pero ya no está la luz, <br />ni siquiera su respiración <br />en la brisa nocturna;<br />ni hogueras encendidas en la costa.-<br /><br />La arena de las islas <br />es la luna hecha pedazos <br />entre espinillos oscuros<br />(y el bote ha quedado atrás,<br /> ondeando en el riacho,<br />abandonándolo en su incursión por el monte).-<br /><br />No piensa en nada, apenas<br />se recuerda antiguas historias:<br />los federales pirateando, <br />los cargamentos de grapa,<br />una adolescente que la mafia <br />mantuvo raptada en un rancho<br />de los albardones.-<br /><br />Enfrente Rosario es<br />una luz que mancha el cielo.-<br />un sonido quebranta la noche:<br />una nutria agita sus últimos esfuerzos<br />para zafar la trampera, <br />regresar al canal.-<br /><br /><br /><br /><strong>LA LUZ (II)</strong><br /><br />Cruza el indeciso borde<br />que la luz y el hastío<br />mantuvieron indeleble en<br />el anochecer que sucedió a la siesta<br />(atrás restan las horas en que el límite<br />paseaba sobre las sombras <br /> oscilantes<br />de raquíticos alisos, achatados ceibos).-<br /><br />Lo sorprende la quietud en la boca de la laguna,<br /> en el lazo del palangre.-<br /> Sentado sobre la tosca deja<br />que las botas se hundan en el canal.-<br />El límite, siempre cercano, infranqueable,<br />ahora se arrastra en la corriente, <br />apenas a tres metros de la costa,<br />allí donde la luz muere.-<br /><br /><br /><br /><strong>EN EL FIN DEL MILENIO</strong><br /><br />Aborta un destello lunar<br />enmarañado en el ramaje de los sauces.<br />Abajo<br />fileteando manduvíes<br />él canta casi en susurros<br />los viejos estribillos de la guerrilla,<br />esos prehistóricos coros que prometían<br />la vindicación o la muerte.<br />Los mismos cantos, esas letanías<br />por las que su hijo cayera<br />allá en la ciudad<br />entre desconocidos <br />veinte años atrás,<br />baleándose por una Causa y un Nombre que<br />ahí, <br />en el fin del milenio, <br />en la espesura de la desolación isleña<br />es apenas <br />un montón de diarios apilados<br />y ordenados por fecha;<br />tan inasibles y remotos<br />como la imagen del hijo muerto.<br /><br /><br /><br /><strong>LA CRECIENTE</strong><br /><br />Meter la mano en el agua<br />arrancar una violeta del camalote, <br />morderla con los labios, <br />olerla, <br />tragar el pétalo, <br />pensar:<br /> Morocha<br /> aguas arriba en esta noche<br /> jugarás este mismo gesto.-<br /><br /><br /><br /><strong>EL VIENTO LLEVA</strong><br /><br />El viento lleva dentro suyo<br />la forma de la ola;<br />podemos descubrirlo<br /> (la ropa colgada)<br /> en las terrazas vecinas.-<br /><br /><br /><br /><strong>EL OLEAJE DEL ATARDECER</strong><br /><br />Sentir el sentimiento del suicida,<br />la breve dignidad de morir<br />lejos de la quejumbrosa voz<br />de la mujer aquella que<br />reclama para sí<br />los dentellados huesos y<br />las malolientes carnes <br />que antes fueron tu cuerpo.-<br /><br />Llorar esa opresión antigua<br />que desciende y<br />abreva en recuerdos infantiles,<br />que llena los ojos de llanto<br />como el viento a las lagunas<br />de oleajes en el atardecer.-<br /><br /><br /><br /><strong>LA LAGUNA GRANDE (TORMENTAS AL AMANECER)</strong><br /><br />Dentro del oleaje que cruza la laguna<br />se percibe su inmensidad:<br />un despatarro de bahías y brazos pantanosos<br />encubriendo y ocultando la geografía original del Delta.<br />Le cuesta creer, detenido allí,<br />en un supuesto centro desde el que no se ven<br />atisbos de las orillas, <br />que las honduras de ese Mar Océano<br />no pasen de los tres metros, <br />y que no sean delfines<br />los que acompasen a las olas que <br />la mínima brisa eleva <br />un palmo del agua amarronada,<br />sino los espasmódicos, <br />enceguecedores saltos de los dorados<br />en su ascensión hacia la luz.<br />El silencio y su opresivo aliado<br />-el monocorde golpe del oleaje <br />contra el casco de fibra de vidrio-<br />enmarcan el ocaso que ya navega<br />entre las lejanas, inalcanzables<br />lomadas entrerrianas.<br /><br />La radio habla de un futuro próximo:<br />promete heladas y lloviznas en la noche cercana,<br />tormentas al amanecer.<br />El Mercury perdió su hélice cuatro horas atrás, <br />cuando el paisaje aún era inofensivo,<br />una laguna del Paraná,<br />y no este sobrecogedor horizonte de confusos<br />que se engrandece en la oscuridad.<br /><br /><br /><br /><strong>MADRUGADA Y FRIO</strong><br /><br />Amanece a seis kilómetros de allí.<br />Amanece detrás de las colinas<br />La luz erupta de los montes de eucaliptus que<br />en las redondeadas cumbres<br />culminan el horizonte.<br />Sabe que el sol se verá recién cuarenta minutos más tarde.<br />El frío atravesó el paisaje durante la noche<br />y ahora sonidos desconocidos lo confunden:<br />se hace el sordo y mea desde el albardón<br />- tres metros sobre las aguas, <br />justo en el vértice de la isla - <br />salpica el arroyito donde la lancha pasó<br />la noche imantando la helada <br />sobre su casco.<br /><br />A unos metros de él,<br />también dentro del amanecer, <br />sin que aún rayo de sol alguno barnice el cauce,<br />una nutria y sus dos crías se lavan leves las manos:<br /><br />Uno de los cachorros alza la cabeza y lo mira,<br />todavía no puede saber si un hombre es <br />algo demasiado grande para ser cazado <br /><br />o<br /><br />algo digno del miedo y de la huida,<br />su loca pavura zambulléndose en el canal.-<br /><br /><br /><br /><strong>EL PECHO HUNDIDO EN UN HUECO</strong><br /><br />La garganta cerrada,<br />el pecho que se hunde en el lado izquierdo.<br />Está boca arriba, tirado en la proa de la lancha.<br /><br />Uno de sus amigos le enseña,<br />desde la costa,<br />el rollo pesado y húmedo de una yarará<br />recién muerta.<br /><br />El se siente morir:<br /> a treinta kilómetros de cualquier médico<br />cree que la cocaína ha llegado esta vez<br /> demasiado lejos.<br /><br />Los otros dos, empujándose y atolondrándose<br />en el estanco de proa debajo de él,<br />buscan la cámara <br />para fotografiar al fenómeno.<br />Un rato después la cocaína ha aflojado,<br />no hay más dolor en su pecho.- <br /><br />Se reúnen junto al fuego:<br />con palos encendidos tantean esa carne que<br />apenas una hora atrás<br />era letal.-<br /><br />No la cenan, por miedo a su nombre<br />prefieren achuras que trajeron de la ciudad.<br /><br />Una quincena de huevos de víbora, <br />destrozados,<br />languidecen desparramados por ahí.-<br /><br />Cuando el dueño de la embarcación le ofrece<br />cocaína dice que no<br />pero luego lo piensa mejor.<br /><br /><br /><br /><strong>ÚLTIMAS VISIONES </strong><br /><br />El viento y su desmadre<br />alojan en su seno<br />los restos del otoño,<br />hojarasca que se mezcla con<br />bolsas de polietileno.<br /><br />El recuerdo de los bares en el verano<br />un perro comiendo los despojos de una nutria<br />el ganado que nada a traviesa<br />de isla en isla<br />un barco pesquero llegando a <br />la dársena de Victoria;<br /><br />la ausencia del adolescente <br />que en febrero fue sofoco y belleza<br />y luego cadáver boca abajo,<br />abotagado y corrupto<br />derivando sin rumbo <br />en las vueltas del Timbó <br />hasta encontrar su sitio en <br />los juncales de la Pantanosa,<br />allí donde los peces <br />vaciaron de imágenes<br />su inerte mirada. <br /><br /><br /><br /><strong>LA GUERRA DEL DORADO</strong><br /><br />La primera visión fue<br />el verde lejano de la orilla,<br />y arriba <br />y abajo<br />el cielo plomizo y la superficie de la laguna,<br />dos platas grisáceas que simulaban<br />las escamas de la boga.-<br /><br />En el segundo salto<br />vio la tanza de 0.40 y la pescadora con <br />los tres monoides bamboleándose,<br />estimulándose con gritos y tacos de ginebra,<br />aguardando que él cediera en su combate.-<br /><br />Luego saltó cuatro veces más,<br />sintiendo ya el anzuelo que cortaba su carne<br />justo debajo del ojo izquierdo,<br />amenazándolo con una tuertera,<br />sin duda mal menor.-<br /><br />En el final nadó bajo la canoa<br />en círculos que les permitieron a los gorilas borrachos<br />apreciar su lomo de oro <br />zanjando la superficie en la batalla postrera.-<br /><br />Y entonces sí, <br />el líder de acero tajeó <br />el cartílago de su mandíbula<br /> y el dorado<br />su ojo exánime,<br />su boca destrozada,<br />nadó hacia la libertad<br /><br />(lo que en esos tiempos y lugares<br />- para su mutilada visión -<br />era una costa de juncos y embalsadas,<br />justo allí donde se volcaban<br />las aguas negras en las correderas).-<br /><br /><br /><br /><strong>HAIKUS</strong><br /><br />Nunca olvidará<br />la traición femenina<br />o el salto del pez.<br /><br /><br />Lucha el dorado<br />atardece en octubre<br />corta la tanza.-<br /><br /><br />El motor falla<br />la navegación muere<br />se han extraviado.-<br /><br /><br />Sólo despojos<br />bagayos flotando<br />y dos salvavidasMarquihttp://www.blogger.com/profile/18068805067371539553noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31712906.post-1153940212445980162006-07-26T11:47:00.000-07:002006-07-26T15:47:16.240-07:00BONUS TRACK<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/1600/bonus%20tracks.jpg"><img style="cursor:pointer; cursor:hand;" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/320/bonus%20tracks.jpg" border="0" alt="" /></a><br /><br /><strong>LA NOBLEZA DE LOS AUTOS VIEJOS</strong><br /><br />El recuerda la cara de ella, sus palabras:<br />“Nada de lo que me dijiste violó aún mis oídos”.<br />Ahora están a mil kilómetros de distancia.<br />El come lechón frío mientras escucha a otro<br />insultar y elogiar por partes iguales<br />el motor de su Rambler 67’.<br />Anochece.<br />Nada en la ruta lo hace presentir<br />pero es Nochebuena.<br />El otro ya habló algo de unos primos,<br />pero también indicó las luces de una parrilla,<br />más allá, en la entrada del pueblo.<br />El va dejando las costillas de lechón en una lata<br />para que los perros se acerquen sin resentimientos<br />y las lleven por ahí.<br />Sus hijos están lejos. A medianoche<br />abrirán los paquetes en los que gastó su aguinaldo,<br />agradecerán a Papa Noel, experimentarán los juegos<br />con los vecinos de siempre, la madre y el amigo que<br />les presenta esta Navidad.<br /><br />El otro ahora se limpia con un trapo las manos.<br />Dice algo de la nobleza de los autos viejos.<br />Luego mira el terrerío del piso<br />sin deseos de fijar un precio por su trabajo.<br />Cuando se va del taller ya es nochebuena:<br />las once menos veinte.<br />No va a ningún lado, sólo escapa.<br />La chica del principio,<br />la universitaria de las diez palabras que lo apasionaron,<br />brindará con abuelas y tías y luego,<br />previsible, se emborrachará y terminará por ahí,<br />en los boliches del Bajo, con alguno cualquiera.-<br />En ese momento sus hijos ya dormirán<br />(cuatrocientos kilómetros al sudeste).-<br />Sólo escapa.<br />Con el culo, la espalda, el cuello,<br />todo su hastío hecho sudor;<br />guiado en la ruta interprovincial<br />por las tres luces blancas<br />de la parrilla del cruce.-<br /><br /><br /><br /><strong>CHEVROLET 37’</strong><br /><br />A través de esa llanura que ya sus abuelos<br />aprendieron a llamar pampa<br />manejaba el Chevrolet 37’<br />desaforado como un demonio.<br /><br />Junto a él viajaba un cadáver,<br />una adolescente<br />tuberculosa y aristocrática<br />muerta el mediodía anterior<br />en las Sierras de Córdoba.<br /><br />A las tres horas de manejar<br />comenzó a saberlo: el cadáver<br />junto a él había abierto los ojos,<br />realizaba sutiles movimientos<br />expresando el dolor de la muerte.<br /><br />Aceleró aún más:<br />la polvareda detrás del Chevrolet<br />simulaba tornados nocturnos.<br /><br />No se envalentonó<br />no giró la vista hacia su derecha.<br /><br />No quiso saber nada de esa muerte apasionada<br />de esa muerta que quizás lo deseaba<br />primer y último hombre no ya de su vida<br />sino del primer instante de<br />la eternidad de su memoria.<br /><br />Años después correría rallíes por<br />esos mismos caminos;<br />un alambrado de tres hilos<br />lo decapitaría<br />(una mañana de octubre,<br />un guiñapo colgante junto al auto en llamas).<br /><br />Por ahora<br />la muerte es una adolescente<br />acompañándolo en la madrugada,<br />los pelos de su sexo humedecidos por<br />el formol y la lascivia de los sepultureros<br />que acondicionaron su desnudez<br />entre obscenidades y persignaciones<br />para su adiós aristocrático<br />en la sala de la mansión familiar<br />sobre las barrancas de San Isidro.<br /><br /><br /><br /><strong>EL DESENLACE</strong><br /><br />El joven, con su ropa azul,<br />las manos en la cintura,<br />espera quien sabe qué cosa<br />antes de patear un corner.<br /><br />Más allá, apostados alrededor del arco,<br />otros de azul y algunos más de blanco,<br />todos congelñados en la imagen.<br />El que mira siente frío en su piel,<br />en sus labios, en la espalda.<br /><br />Sólo perciben el calor insultante de<br />la siesta sus ojos<br />que pueden salir más allá de la burbuja de aire frío<br />del micro interprovincial<br />y reconocer el verano en la imagen<br />de la cancha polvorienta a orilla de un zanjón<br />junto a una curva de la costanera<br />de esa ciudad sofocante, ribereña, dormida.<br /><br />Todo el tiempo que dura la curva<br />los jugadores permanecen quietos.<br /><br />El micro se acerca y el que mira se convence que<br />esa burbuja,<br />esa película de Chuck Norris<br />en los dos televisores colgados<br />entre los portaequipajes,<br />esa primavera técnica y ronroneante,<br />atraviesa la vida de los otros como<br />una aguja sin hilo la tela de un vestido de noche,<br />sin dejar marca, sin lastimar, sin permanecer.<br /><br />El joven de azul suelta sus manos de la cintura<br />y comienza la carrera.<br /><br />El micro,<br />que ha recorrido seiscientos metros<br />dentro de la imagen,<br />impiadoso no se detiene,<br />y el que mira jamás podrá saber<br />el desenlace de la jugada.<br /><br /><br /><br /><strong>UNA EXCURSION A LAS SIERRAS</strong><br /><br />Cuatro cascadas más tarde<br />(siete fotografías en las que sonreía como<br />un fantasma oculto en el paisaje)<br />ella decidió que ya era tiempo<br />de regresar a la Villa.<br />El no dijo que sí,<br />ni que no,<br />pero intentó<br />desandar el sendero<br />esfumado entre piedras iguales.<br /><br />En media hora más va a anochecer,<br />profetizó ella.<br />El,<br />como antes,<br />no respondió:<br />Se había atascado su pie<br />- un mal movimiento -<br />entre dos rocas del arroyo.<br />Había descubierto que<br />el agua estaba helada.Marquihttp://www.blogger.com/profile/18068805067371539553noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31712906.post-1153939461446793122006-07-26T11:40:00.000-07:002006-07-26T13:56:22.880-07:00Contratapa y Solapa<a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/1600/escanear0005.0.jpg"><img style="WIDTH: 237px; CURSOR: hand; HEIGHT: 359px" height="320" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/320/escanear0005.0.jpg" width="233" border="0" /></a><br /><br /><div align="justify">En Nada de Eso, Ricardo Guiamet nos propone un descarnado rastrillaje de los parajes isleños y paránicos, desandando los posibles puentes entre poesía y originalidad temática, mientras nos deslumbra con impecables rudimentos e historias visualmente estremecedoras. Desvencijados seres, tardíos epitafios crepusculares, la naturaleza agresiva y agredida, restos fragmentarios de historias devoradas por la jauría de un viento que azota y desvela, desfilan en estas páginas, invitándonos a la consumación del “laberinto cónico del oleaje”, un “espejo oscurecido de ese agua que pervierte la gravedad”.<br /></div><div align="justify"></div><div align="justify"><strong></strong> </div><div align="justify"><strong>Fernando Marquinez</strong> </div><br /><br /><br /><br /><a href="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/1600/cachalote4.jpg"><img style="CURSOR: hand" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger/2072/3452/320/cachalote4.jpg" border="0" /></a><br /><strong></strong><br /><div align="justify"><strong>RICARDO GUIAMET</strong>: (1959) Escritor y psicoanalista rosarino. Participó del grupo literario Habla La Vaca en los años 80, con el que realizaban espectáculos poéticos. En esa década publicó Algunos poemas, Ciertos Autores y Con Uno Basta de la Editorial La Hoja de Poesía. Sus poemas y cuentos fueron incluídos en selecciones, revistas y diarios del país y el extranjero. En el año 2003 publicó con Lobos, Marquinez y Valverde el libro de poemas ESE AGUA CRUDA, que integra esta misma colección. </div>Marquihttp://www.blogger.com/profile/18068805067371539553noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31712906.post-1156752633359074882006-07-25T10:06:00.000-07:002012-01-02T03:19:34.760-08:00Video y Audio de Ricardo Guiamet<strong>SAN FRANCISCO DE BELLOCQ</strong><br /><br /><embed src="http://www.youtube.com/v/KZVsyBunmOU" width="350" height="270" type="application/x-shockwave-flash"></embed><br /><br /><br /><strong>TEMA DEL GRUPO EXPERIMENTAL <em>PECIS ALOSTIS </em>con texto y voz de <em>RICARDO GUIAMET</em></strong><br /><iframe width="350" height="270" src="http://www.youtube.com/embed/q4f-2FxivNI" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe><br /><br /><br /><strong>NUNN</strong> (tema para film de terror)<br /><br />todo un cuerpo colgando del cuchillo<br />buscando la sangre siguiendo su brillo<br />opaca en en su filo el aire nocturno<br />tu carne fragmenta el duelo final<br /><br />caen chorros, tu sangre y tu aliento<br />los despojos de tu hogar burgués<br />sos un lastre clavado al cuchillo<br />revolcado y sucio sin pies<br /><br />bosque de brazos<br />Bosque de huesos<br />árboles sin bosque<br />bosque de piernas<br />bosque total<br /><br />el ciego afila navajas<br />protege su noche<br />olvida la luz<br />el ciego acuchilla la brisa<br />asesina al humo es vencido sin ley<br /><br />antes de la noche<br />tu cuerpo será fragmentos flotando en el río<br />antes de la noche<br />el cuchillo abrirá caminos en tu piel<br /><br />bosque de brazos<br />bosque de huesos<br />árboles sin bosque<br />bosque de carne<br />bosque de muerte<br />bosque de lluvia<br />antes de la nocheMarquihttp://www.blogger.com/profile/18068805067371539553noreply@blogger.com1